jueves, 15 de octubre de 2015

DEL GRITO DE "PUTO" A UNA CONSTITUCIÓN. ESTUPIDEZ E INTELIGENCIA COLECTIVA (V de V)


La guerra de las ideas
Las formas actuales de comunicación han puesto el dedo en la llaga de nuestra incomprensión mutua. Incluso Umberto Eco, autor de Apocalípticos e integrados, un análisis sobre las divergencias que surgen en el seno de las sociedades ante el advenimiento de novedades tecnológicas o ideológicas, se muestra apocalíptico respecto al hecho de que cualquiera pueda expresarse en la red y su voz salga de los rincones de su nicho geográfico y pueda traspasar incluso fronteras (como si existieran entes humanos que no deben ser escuchados, capaces de percibir el mundo, de sentirlo, de padecerlo, armados de sus propios yo y aislados en su yo sentimientos, pero sin el grado de éxito y educación del gran Umberto Eco): “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”. Palabras más, palabras menos, el escritor español Javier Marías también ha expresado el mismo pensamiento: “En la historia ha habido siempre mucha imbecilidad, pero nunca ha estado organizada ni había tenido la capacidad de contagio masivo, inmediato y acrítico que tiene ahora”. Este par de señalamientos no son, en lo absoluto, derivados de una mirada superficial (ambos coinciden en que las redes sociales son ventajosas), pero sin duda son enunciaciones que pretenden establecer y hacer visible la frontera, que nunca se ha diluido, entre lo estúpido y la inteligencia.
¿Qué es lo estúpido y qué es lo inteligente? ¿Cuáles son sus características y las herramientas de que se valen? Convengamos, muy somera y generalmente, que lo estúpido tiende a ser espontáneo e irreflexivo, que tiende a basar sus convicciones en tradiciones y costumbres que no han sido tamizadas, que es cerrado y se opone al debate (y en caso de que se abra al debate, carece de rigor y es afecto a cualquiera o a todas las falacias lógicas y que por ello su existencia no vale la pena). (¿De veras no vale la pena lo que hemos perdido?); por su parte, lo inteligente es reflexivo, sus convicciones se basan en lo que puede ser probado con certeza, tamiza lo que está bien y mal de las tradiciones y costumbres, está abierto al debate y evita las falacias lógicas. Lo estúpido prospera ante el silencio manso, indiferente, egoísta; lo inteligente se construye con las voces, con el diálogo, con la escucha, con la calibrada experimentación sin prejuicios.
Si el mexicano, que es capaz de organizarse en un estadio para expeler sus resentimientos, en verdad quiere un cambio en el ámbito político (como lo constatan sus marchas, sus gritos en el al parecer “vacío de las redes sociales”, sus encumbramientos de candidatos independientes) no puede esperar a que éste se produzca desde las cúpulas que apenas si se interesan por ellos. No puede esperar que le ayuden a alimentarse los que se atragantan en el banquete a puertas cerradas, que le hagan espacio para sentarse los que ya están cómodamente apoltronados en los sillones privados de su banca, petróleo y recursos naturales. De los privilegiados (es decir, de los herederos empresarios depredadores, herederos políticos sistémicos, herederos inoperantes) no vendrán los privilegios de una buena vida, pues estos, si se comparten con todos, dejarían por definición de serlo. Pero no es la compartición de privilegios lo que se busca, más bien la eliminación de estos. En términos aztecas: No destruir la pirámide para crear una catedral, sino para poner un piso parejo que nos salve a todos de la inundación.
Es, pues, labor de los mexicanos comenzarse a escuchar, a organizar, a mirar, a dialogar en todos sus espacios y desde todas sus históricas diferencias. La guerra de las ideas será la primera batalla que deberá librarse y no es una sencilla ni una que se resuelva en quince minutos, pero al menos no tiene muertos. El enfrentamiento entre los estúpido y lo inteligente es inevitable y es largo, pues implica adquisición de conocimiento, razonamiento, tolerancia, y hoy mismo está naciendo una persona que no sabe absolutamente nada.
No obstante, esta guerra, en la actualidad, deberá librarse con medios tecnológicos que no son Facebook o Twitter ni la tecnología de las armas, sino en espacios creados ex profeso para que esa batalla sea fértil. Ciberespacios democráticos generados por los propios mexicanos para que la decisión pueda ser tomada desde Quintana Roo hasta Baja Californa, en una red que permita establecer puentes de diálogo entre los casi 2, 500 municipios que conforman nuestra geografía.
A algunos podría parecerles que 2, 500 municipios, que 110, 000, 000 de personas, son cantidades estratosféricas de visiones y participaciones y voces e ideas imposibles de sortear como para alcanzar acuerdos, que por eso estamos mejor así, con nuestros “representantes”, con nuestro “gobierno mediático”, cediendo con nuestro voto, a ciegas, confiadamente, nuestros futuros. Sin embargo, si reflexionamos un poco, podemos darnos cuenta que las ideas que como humanos usamos para vivir en esta vida, para ser felices, productivos, útiles, para florecer en todas nuestras capacidades, son en realidad pocas y estrictas. Las ideas importantes, justas, productivas e improductivas, por lo mucho ascienden a unos cientos (y creo que me estoy viendo muy, muy exagerado). Lo demás son y han sido métodos de aplicación de dichas ideas.
    Y en esas aplicaciones se encuentran en las definiciones mismas del Estado, es decir, en sus constituciones. Esas constituciones que son suma de saberes o imposiciones desde el poder que guían, según el sentido más lato, el funcionamiento del gobierno y de la sociedad. Además, una constitución es un ente en movimiento: en teoría, los legisladores (los representantes populares) adaptan las leyes a los tiempos, siempre en pro de quienes los llevaron allí. Desde 1917, la mexicana ha ingresado lentamente más “garantías individuales” y derechos humanos, bienes de la nación (como la industria petrolera), pero también ha sido escenario para desmantelar al país, para descobijarlo.
    Por ello mismo, no es extraño que surjan movimientos que pretenden llevar a cabo una reforma a fondo de la ley suprema. Tan a fondo, que la reforma es hacer una Constitución nueva. El reto no es sencillo, pero sí parece necesario. En medio de las aguas agitadas de la actualidad, donde abundan las piedras filosas y parecemos dirigirnos al naufragio, es necesario dar un golpe de timón radical.
    ¿Pero cómo? ¿Será que se requiere de Cuauhtémoc Cárdenas, quien ha comenzado a pensar en un Constituyente, o de un grupo de expertos, como lo proponen otros movimientos, rearmando el método molar, autoritario, de arriba hacia abajo, de los iluminados a los que necesitaban luz? ¿O comenzamos a pensar en un proyecto de redacción que incluya la voz del ciudadano común?
    Los medios existen. Los métodos de trabajo colaborativo y horizontal, democrático, desde la persona común se pueden desarrollar. La redacción en comunidad de una Constitución puede ser una realidad en nuestro país y en nuestras actuales condiciones. Una Constitución que hable desde nosotros, hecha por el pueblo y no por sus “representantes” (quienes hábilmente montan y desmontan las estructuras institucionales en beneficios que van a dar directamente con ellos mismos).
    Aquí lo único que me desvela es la posibilidad de una involución. De si lo que escribamos sea racional, justo o una barbajanada de estadio. De si nuestro pueblo es inteligente o estúpido. Yo apuesto por lo primero porque creo en la estadística que dice que, en términos medios, la gente no está loca ni es tonta (aunque puede ser atontada por los adoctrinamientos sutiles de los mass media o de sus propias costumbres no cuestionadas). 





Fe de erratas: por error subí una versión inacabada de este texto y me di cuenta después. Ésta es la versión final. Mil sinceras disculpas. 

martes, 6 de octubre de 2015

DEL GRITO DE "PUTO" A UNA CONSTITUCIÓN. Estupidez e Inteligencia Colectiva (IV de V)




Modelos desde el gobierno. La Ley Federal de Consulta Popular

El gobierno peñanietista y los firmantes del Pacto por México pasaron una ley hace un año y medio que se supondría sentaría las bases para que los ciudadanos participen en las decisiones del gobierno. Es, por supuesto, tan acotada que muchos podrían pensarla como simulación. Tiene cosas que parecerían buenas: por ejemplo, evitar que se puedan acortar derechos humanos ya conquistados. En cuestión de Derechos Humanos, cada uno que se gana es irrenunciable. Pero por otro lado, en cuestión de Seguridad, no se puede opinar sobre las Fuerzas Armadas permanentes o las políticas implementadas con relación a ellas y su función (es decir, que si volviera a aparecer un presidente con fantasías de “ganar la guerra contra las drogas”, se podría disparar otra nueva hecatombe de desapariciones y violencia extrema, y el pueblo continuaría de espectador). Para más inri, entre las cosas que el pueblo consultante no puede pedir cambios se encuentran los fundamentales: los de dinero. Los ingresos y gastos del Estado no están a discusión. Entre estos, por supuesto, se encuentra el financiamiento de los partidos, los sueldos de los senadores y diputados y los altos mandos de la burocracia. Las partidas secretas. El apoyo monetario por el día de la madre para los magistrados de la Suprema Corte de Justicia (que, ¡pobrecitos!, no ganan lo suficiente para ayudar a sus pobres mamás). Y etcétera. Tampoco se puede poner a discusión la organización del Estado.
     De ahí en fuera, el pueblo es libre de proponer consultas sobre aspectos de trascendencia nacional. ¿Cuántos vienen a botepronto? Bajar los impuestos... No, no se puede, es ingreso del Estado. ¿Hacer exámenes de aptitud a todos los funcionarios públicos, no sólo a los maestros? ¿Legalizar las drogas? ¿Dividir el país en estados-regiones más funcionales? ¿Pedir que el acceso a internet sea derecho humano? ¿Mayor matricula escolar? ¿Pedir que se disminuya el número de diputados? (¿En realidad conviene que se haga eso o lo que se debe reducir es su salario?) ¿Convertir a la Secretaría de la Función Pública en un órgano autónomo? ¿Establecer un Salario Máximo a todos los ciudadanos mexicanos y un límite máximo de ganancias a las empresas, basado en una fórmula económica justa y distributiva, como podría inferirse de la lectura del libro El Capital en el siglo XXI de Picketty, para evitar la piramidación de la riqueza? ¿Que se aplique un solo reglamento de tránsito en todo el país? ¿Qué el presupuesto sea participativo? ¿Qué se establezcan mecanismos participativos para establecer el soberano Poder Popular, ese mencionado en el artículo 39 constitucional, como Primer y anterior Poder de la Unión pero que hasta ahora no tiene reglamentación?
    Al final de cuentas, el pueblo tiene dos alternativas en esa Consulta Popular: Sí/No. Pero el hecho sólo contará si participa el 40% del electorado en la consulta. Pongamos por caso que un grupo de personas se pone de acuerdo para que la pregunta: “¿Debe renunciar el presidente de inmediato?” sea llevada a consulta. Que traspasa los filtros partidistas de las Cámaras de Senadores y Diputados, y del Poder Judicial de la Federación (que puede o no echar mano de la ley para indicar si ese cambio pretendido es inconstitucional, puesto que el cargo es irrenunciable y no hay demostración legal de que el sujeto haya cometido delito y que lo decidido en las urnas es más representativo que su oposición). Bastaría, una vez en la papeleta, con que quienes no apoyen la moción eviten responder, para que el probable 30% de votos afirmativos no alcance la cifra de participación deseada para ser vinculatorio y quede desechada. No faltarán unos chescos y una lana para abstenerse de votar en esa moción. La abstención será el único NO verdadero.
    Pero bueno, no se emocionen mucho con la consulta de ejemplo (a los que les emocione esa consulta), pues en el hipotético caso de que se efectuara, la consulta se llevaría a cabo en 2018, cuando ya no tendrá importancia si el personaje se va, porque ya se iba de todas formas. Aunque claro, no dejaría de ser simbólico que el sexenio terminara en interinato...
    En este esquema, las consultas verdaderamente fundamentales (pues los partidos comenzarán a mover sus influencias en las importantes)1 tendrían que estar relacionadas con aspectos legales. Es decir, con cambios precisos en la redacción de los contenidos de los enunciados de las leyes. Sustituciones conceptuales específicas. Y esas las propondrían, por supuesto, expertos pertenecientes a grupos de interés (no necesariamente interés “capitalista”), pues el método así planteado lo favorece. Tiene la incipiente posibilidad de que cualquiera en el pueblo pueda convertirse en un grupo de interés, pequeños grupos de interés pegados a la pirámide que significan el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pero reduce el despliegue de la riqueza de la totalidad de exigencias del pueblo. Además, el método propuesto genera lentitud. Tiene que sortear varios escollos: los de la consecución de firmas con nombre y número de credencial de elector en un plazo que no se define en la Ley, que lo vean bien los diputados y senadores (quienes responden a sus propios intereses y los de sus partidos), que lo vea bien el Poder Judicial...
     Es la voz de un niño (el pueblo) al que sus padres (el gobierno en funciones del Estado) decide, tras muchos plazos, burocratismos y obstáculos, si lo dejará que tome una decisión. Pero como a niño, al pueblo no se le admite que decida sobre los asuntos importantes: el gasto y el ingreso, sobre cómo funciona la disciplina de seguridad, sobre cómo se toman las decisiones. Las peticiones que de la Consulta Popular emanen serán, por tanto, muy restringidas: un paliativo del descontento, una cortina que enmascara las decisiones fundamentales, la simulación de una democracia. 
    (Nota: pero al menos la Consulta Popular ya está ahí y mal nos veríamos si la dejamos sin usar).



1Pues se debe recordar que no es lo mismo lo fundamental que lo importante, aunque a veces se confundan.



jueves, 1 de octubre de 2015

DEL GRITO DE "PUTO" A UNA CONSTITUCIÓN. Estupidez e Inteligencia Colectiva (III de V)


¿Tiene esta muchedumbre un discurso en potencia?
Los mexicanos han conseguidos balbucear en el estadio, pero también tenemos internet. Entre las herramientas que hemos usado desde el paleolítico, ésta es la primera que puede no sólo acercarnos a través de gritos, sino por coincidencias de argumentos. Unión no sólo a través de la “porra” (creada por la emoción del momento y desde “líneas” que anteceden al yo, al sujeto invididual), sino de pensamiento más elaborado. Esto, por supuesto, evoluciona del ámbito de lo deportivo para entrar en lo político. Esto es algo que no se ha hecho todavía, ni al parecer se está haciendo...
    Sin embargo, en las redes sociales se percibe una búsqueda más profunda de sentido de la expresión. Dejemos por ahora a un lado, las fundadas oposiciones críticas a ciertas maneras en que se usa y sus alcances y concentrémonos en las características más aprovechables. Ya sea con un largo análisis o con breves comentarios, o en el ir y venir de opiniones, en las redes sociales la masa, a través de sus individuos, se expone, participa, absorbe información, analiza y hasta se organiza.
   En la rápida evolución de las conversaciones en línea (desde el correo electrónico y los chats, desde el anonimato hasta el perfil con nombre y apellido), la plaza de Facebook, el vecindario Facebook, ha resultado tener buenas posibilidades de fructificar como ágora, pero es insuficiente por la ambigua inducción de opciones que impone su política interna de “me gusta”, tan limitativa de la divergencia, tan eminentemente piramidal (“este es mi sitio de internet y yo impongo las condiciones”, podría haber dicho Mark Zuckerberg). Cerrazón de CEO que conlleva a que la retroalimentación personal que el usuario pueda obtener sea de menores posibilidades intelectuales. Como se sabe (o se intuye), respaldar un comentario mediante el botón “me gusta” puede responder a diversas causas. Dos botones, el positivo y su contrario, permitirían establecer un puente para saber que detrás de la pantalla también existe una persona, cercana a ella, a quien su postura gusta o desacuerda, lo cual redundaría en mejores perspectivas para los opinantes. (En el momento que escribo esto ya se ha anunciado que el deseado botón“no me gusta” está en camino, pero aún no se ha concretado).
    No obstante dichas limitaciones, se alcanza a observar, al menos entre los “amigos” o contactos de México, un espíritu de descontento general con la situación del país. Al menos no se ve a nadie echando las campanas al vuelo, excepto si son “del partido”, cualquiera que este sea. Un descontento que pide acción personal y en los demás para la transformación del Estado. Desde las frases “estoy listo para soltar balazos en la revolución” hasta “deberíamos organizarnos”, desde el debate contra los “activistas de feisbuk” y a favor de los de “el cambio está en uno mismo”, del “ponte a trabajar” al “¿para qué, si eso más que trabajo es esclavitud?”, en muchos ámbitos de las redes se señala ese disgusto (en comentarios de grupos, en comentarios a las notas de periódicos, en discusiones en torno a personajes políticos de los medios) que nos muestra que en sus entornos de debate existe otro subconciente nacional (incluso supranacional), igual en crisálida que el del estadio, con su misma falta de representatividad, en potencia, pero más elaborado más rico en perspectivas y divergencias aunque disperso (pues no hay cauce por el que fluya al ámbito de la implementación en el gobierno, de la acción, salvo la posibilidad de promocionar eventos en el medio).1
    Todos esos estados, discusiones, provienen de un pueblo con mayores deseos de participar, de incidir en el modelado del país, mucho más consciente de sus desigualdades, pero que no tiene otra herramienta que la de la votación pretendidamente democrática de representantes emanados de partidos y de sus procedimientos internos. Es decir, por ley, nuestro pueblo sólo puede acudir a votaciones de segunda mano, y se somete además al plurinominalismo, verdadero motor constructivo de las políticas cupulares.
    Apenas este año se estrenó la modalidad de los candidatos independientes, sin embargo, su éxito no ha dejado de ser observado con recelo por los partidos grandes, quienes buscan ahora limitar otra vez su participación con distintas trabas. "Nada por afuera de las mafias partidistas", parece ser la consigna.



1 Facebook no está pensado para ello y los viejos métodos de caudillos, revoluciones y balazos, sobre todo en un territorio nacional tan actualmente ensangrentado por la guerra del, con y contra el narcotráfico, simplemente repugnan a un país que es medianamente consciente de que la revolución de 1910 trajo mejores métodos para frenar la brutal explotación, sí, pero no cambió el sistema de explotación. Y murieron muchas personas.

martes, 29 de septiembre de 2015

DEL GRITO DE "PUTO" A UNA CONSTITUCIÓN. Estupidez e Inteligencia Colectiva (II de V)


La Inteligencia Colectiva y un par de ejemplos

Pierre Levy, en su obra Inteligencia Colectiva: por una antropología del ciberespacio, desmenuza la pirámide del método de organización y comunicación política actual y tradicional (que él define como "molar"), basado históricamente en individuos y grupos manifestándose como “líderes de la comunidad”: sacerdotes, reyes, iluminados, cabecillas, caudillos, diputados, presidentes, expertos; y a ello opone la posible vía "molecular", una organización social colectiva horizontal que se vincula en tiempo real, del individuo a la sociedad y de la sociedad al individuo, gracias a la herramienta del internet, y que no carece de voces visionarias pero que no son impositivas.
   Plantea las posibilidades de desarrollo de las comunidades en el ciberespacio (mediante el ciberespacio), siempre y cuando la inclusión, la igualdad horizontal, el debate de la diversidad de posturas (sin descalificarlas a priori), se establezcan como principios rectores: “en una perspectiva política, las grandes fases de la dinámica de la inteligencia colectiva son la escucha, la expresión, la decisión, la evaluación, la organización, la conexión y la visión”, en la que cada una de ellas está en relación con las demás. A partir de esto, se genera, más que el caos, una "profundización de la democracia", una "democracia en tiempo real". De su lectura obtengo la intuición de que las sociedades humanas deben tender cada vez más a establecer una autonomía participativa del individuo que las integra. Al conjuntarse la comunidad en esa forma, se convierte en un ente distinto: un ente pensante colectivo. Una vez introyectada, asimilada en el individuo la capacidad de resolver por sí y con los otros los problemas de la comunidad, quedan abolidos los antiguos intermediarios por anacrónicos (los históricos representantes que tomaban las decisiones, ya sea electos o no, de los antiguos sistemas piramidales). Me permito citar a Pierre Levy largamente dos veces:

La fuerte interacción entre las técnicas de comunicación y las estructuras de gobierno fue confirmada por varios acontecimientos políticos recientes [recordemos que el libro fue escrito en 1994 2004, pocos años tres lustros después de la caída del bloque soviético y en los albores del internet]. Los regímenes autoritarios, muy adaptados a los medios unidireccionales, centralizadores y territorializados, resistieron mal las redes telefónicas, los satélites de televisión, los fax, las fotocopiadoras y todos los instrumentos que estimulan una comunicación descentralizada, transversal y no jerárquica. Los medios masivos contemporáneos, al difundir ampliamente todo tipo de ideas y representaciones, cuestionan los estilos de organización rígidos y las culturas cerradas o tradicionales. A pesar de inevitables reacciones y de retrocesos a arcaísmos, demostraron así su inmenso poder crítico. Pero si bien propagan emociones, irradian imágenes y disuelven los aislamientos culturales, los medios masivos constituyen un recurso débil para ayudar a los pueblos a elaborar colectivamente soluciones a sus problemas y a pensar de conjunto. Después de que nuestras sociedades han experimentado los poderes críticos y deterritorializantes de los medios clásicos, ¿por qué no experimentan las capacidades de aprendizaje cooperativo, de constitución y reconstitución del vínculo social que encierran los dispositivos de comunicación para la inteligencia colectiva?
Las innovaciones técnicas abren nuevos campos de posibilidades que los actores sociales desprecian o toman sin ninguna predeterminación mecánica. No se trata de razonar en términos de impacto (¿cuál será el impacto de las “autopistas electrónicas” en la vida política?), sino de proyecto (¿con qué fin queremos desarrollar las redes numéricas de comunicación interactiva?). La forma y los contenidos del ciberespacio son aún indeterminados. Un vasto campo político y cultural, casi virgen, se abre a nosotros. Pudiéramos vivir uno de esos momentos muy raros en los que una civilización se inventa ella misma, deliberadamente. Pero esta apertura no durará quizás mucho tiempo. Antes de comprometerse ciegamente en vías irreversibles, es urgente imaginar, experimentar y favorecer, en el nuevo espacio de comunicación, estructuras de organización y estilos de decisión orientados hacia una profundización de la democracia. El ciberespacio podría convertirse en un medio de exploración de los problemas, de discusión pluralista, en hacer visibles procesos complejos, de toma de decisión colectiva y de evaluación de los resultados cercanos a las comunidades en cuestión. (Levy, 2004, pág. 41-42).


Pero nuevamente, y a pesar de todos los argumentos, se elevan sospechas: ¿esta democracia en tiempo real no es la máscara para una nueva forma del totalitarismo? Si deseamos entendernos bien sobre el sentido de las palabras, no hay nada de eso. Orwell enunció maravillosamente la fórmula del totalitarismo: “Big brother is watching you”. La política mediática invierte simplemente la fórmula del totalitarismo: en lugar de organizar la vigilancia constante de los individuos por el partido-Estado del dictador, ella fija la vista de cada cual en las vedettes políticas. Todo el mundo mira a los mismos: al presidente, a los ministros, a los periodistas, a los “mediáticos”. Sólo se les ve a ellos, sólo se habla de ellos. Ahora bien, la democracia en tiempo real organiza no la visión de un poder sobre la sociedad y las personas (totalitarismo), no el espectáculo del poder (régimen mediático), sino la comunicación de la comunidad con ella misma, el conocimiento de sí del colectivo. Y con ello, suprime la justificación del poder. Pues es precisamente cuando el colectivo no se conoce a él mismo, no controla su propia dinámica y no logra producir enunciados complejos, cuando “se precisa” de un poder. Para mantenerse, este poder no cesa de impedir la emergencia de una inteligencia colectiva que llevaría a la comunidad a obviarlo. (Levy, 2004, pag. 53-54)

Nota: Todo lo entrecorchetado y los resaltados son míos.

Muestras de la autoorganización se han dado en todas las épocas. La idea misma del olimpismo sólo encontró eco en la aceptación y trabajo y financiamiento solidario del pueblo.1 En México, baste recordar el terremoto de 1985 y la capacidad que demostró la gente para ayudar en el rescate de víctimas ante un hecho que rebasaba a las autoridades. Hay quien afirma que tras ese desastre natural emergió en nuestro país el concepto en acción de la "sociedad civil" (aunque algunos hablan ya de que dicha expresión ha menguado). Existía, pues, la Inteligencia Colectiva, pero carecía de cauces materiales de expresión verbal. El ciberespacio, no obstante, da muestras no sólo de capacidad de organizar las acciones, sino más importante aún, el pensamiento.
    Wikipedia es, sin lugar a dudas, una demostración palpable de esto último. En esta herramienta se ha puesto en circulación la idea fundamental de sistematizar y propagar el conocimiento (método de refinación humana que se ha promovido desde el Siglo de las Luces). Se ha abierto la convocatoria para que cualquier persona, a través de su conocimiento o su búsqueda de conocimiento participe a nivel global en la creación de una gran enciclopedia verídica que sirva de faro general. Que el conocimiento allí depositado sea, aun si no es el más deseable, el más informado, el más preciso, si no eso, al menos el más honesto del máximo grado de honestidad intelectual de cada persona que participe en su creación y edición, y se confronte con el conocimiento informado de otra persona para su mayor precisión. Participa en ella la gente que se ha tomado en serio el compromiso de tener una enciclopedia general de la humanidad. El individuo puede estar en cualquier lugar del globo, en absolutamente cualquiera donde haya conexión a la red para acceder a Wikipedia y obtener una guía en la resolución de una duda o intervenir en la edición de su contenido. Con sus millones de visitas diarias y su ético método de funcionamiento, es, sin duda (y con sus salvedades), el primer proyecto exitoso del ciberespacio en el que se reúne la Inteligencia Colectiva.


1La primera Olimpiada surgió gracias a la suscripción que Pierre de Coubertin llevó a cabo entre la gente. Fue pues, la gente, y ricos entre la gente, quienes dieron el primer impulso a una idea que hablaba de deporte, de competencia, en un grado de “hermandad y unión, sin ánimo de lucro”.




lunes, 8 de junio de 2015

AL MENOS SE GANÓ ALGO

Que las candidaturas independientes hayan conseguido varios triunfos en la primera ocasión que contienden, marca sin duda un nuevo horizonte en el ámbito de las elecciones. El mensaje del electorado es claro, sobre todo en Nuevo León: “ustedes, partidos, han dejado de representarnos; sus discursos y acciones nos parecen lejanos; estamos cansados de que tengan a nuestro estado así”. La decisión probablemente no fue fácil para muchos votantes: el priísmo tardío profesado hasta apenas unos años es una clara mancha en el perfil del futuro gobernador. Pero allí, en Nuevo León, ha ocurrido el cambio.

A pesar de las dificultad que representa obtener una candidatura independiente, de los recursos de chiste y ninguneo que les dan (que, ojo, utilizados con inteligencia han sido más que suficientes en algunos casos, como el de Kumamoto en Zapopan), del ataque consistente de los medios de comunicación, los independientes se llevaron el respaldo del electorado o batallaron con fuerza en muchos casos.

Esto es un pequeño paso para la consciencia de que esas estructuras elefánticas, que tanto dinero le cuestan al país en las elecciones, donde el alineamiento de pensamiento (también llamado “disciplina partidista”) es una constante, esas estructuras elefánticas, repito, desaparezcan y den paso a que las agendas y el proceder de los representantes populares dependa de los intereses y retos comunes de la nación, y no de los intereses de los partidos por imponer desde los sitios de poder sus visiones parciales, sectoriales de las cosas.

 Sin embargo, desde aquí ya se ve que el camino de estos pioneros ciudadanos independientes no será nada fácil. Sin el respaldo que da la estructura política (esto es, la mano de obra alineada para construir el avance del burocratismo diario); con cámaras que aún permanecen bajo el control de los partidos (y con posibilidades muy justas de vetar iniciativas, pero también a veces sólo como injustas y lacerantes medidas de presión); los únicos aliados que tendrán seguirán siendo sus electores. Esperemos que la voz de estos no enmudezca una vez alcanzada esta primera victoria y se alce aún en las batallas por venir, esas para las que, como ciudadanía, aún carecemos de medios democráticos de opinión.



martes, 21 de abril de 2015

Elegía por la ciudad de Nimrud (anotada)





Escribo una elegía por Nimrud no como poeta (sé que carezco de los dones y la disciplina para adentrarme por ese camino), sino como fervoroso de la historia que, en las noticias recientes, ve con estupor que esta ciudad de la antigua Asiria ha sido detonada por órdenes de los dirigentes de eso que se hace llamar Estado Islámico, un emergente estatoide teocrático que ha brotado como barro de grasa y azota con su fanatismo redentor regiones de Irak y Siria.
Como mi elegía no es de poeta, resulta tosca, por decir lo más; espero que ciertos matices históricos y reflexivos puedan ayudar a entender la frustración que me provoca el indignante final de este sitio arqueológico.




Elegía por la ciudad de Nimrud

1 Oh Nimrud, mañanera flor urbana del Tigris, desconocida para mí: no estabas muerta.
  
2 Oh Nimrud coronada, tu seno rebosante
3 de bueyes y gansos y antílopes y patos grandes y corderos
4 y ocas y jerbos, cerveza y pan,
5 alimentó a 69,574 personas en el Palacio del Alborozo
6 hace dos mil ochocientos noventa y cuatro años:
7              Nimrud, que conociste los primeros acueductos,
8 no estabas muerta.
             
9 Oh, anciana Nimrud, tu verdugo no fue el babilonio Nabopolasar
10 que dejó a ti y a tus hermanas principales, Assur y Nínive, malheridas, catatónicas,
11 a la intemperie, flores pisoteadas y secas.

12 Oh, Nimrud, mucha agua mucha, mucha, día tras día,
13 fluyó por el Tigris, todo cambió sobre el terreno
14 donde tu forma física reposaba.
15                                           (Triunfó el Único dividido en únicos, que devoró a tus dioses
16                                              y con tus joyas, tus anillos, tus collares,
17                                             engalanó los vestidos de sus propias leyendas).

18 Cuando la niña arqueología levantó el sudario de arena con que te arropó el desierto
19  y contempló forense tus huesos
20  notó que no estabas muerta: tu labio de piedra se movía:
21  hablaron tus muros, la orientación de tus calles,
22  tus esculturas, tus bajorrelieves, tus tablillas.

23 Oh, Nimrud, no sabíamos que las huestes de Nabopolasar seguían en campaña
24 y ayer mismo, los bisnietos guerreros de sus bisnietos guerreros
25 de tus bisnietos guerreros, los leidores unilectura trastornados por la literalidad,
26 en la locura de la interminable guerra,
27                               como perros rabiosos que en su enajenada enfermedad
28                               muerden la mano que desde el fondo del tiempo los alimenta,
29 te desconocieron (damnatio memoriae)
30 y con sus hocicos criminales arremetieron contra tus inermes muros y
31 cimientos, desplumaron tus aladas piedras.

32 No estabas muerta, Oh Nimrud,
33 Me pregunto si lo estás, si aún ahora, tierra revuelta, tumba de ti misma, lo estás. 




Algunas notas aclaratorias a los versos

Verso 1. La zona de Nimrud ya estaba poblada siglos antes de que Salmanasar I, rey asirio del imperio medio, la convirtiera en centro administrativo, hacia el 1300 a.n.e. Los asentamientos humanos a lo largo de los cauces de los ríos Tigris y Éufrates, abriéndose paso en esa fértil y abundante región, fueron los primeros hasta la fecha de que se tiene certeza que derivaron en núcleos netamente urbanos, hace cinco mil años. Nimrud, también conocida como Kalha, fue de las flores mañaneras de este reciente, pero ya viejo, jardín en llamas de la civilización.

Versos 2-7. Descubierta en Nimrud en 1957, la Estela del Banquete nos describe en caracteres cuneiformes la celebración de diez días con la que Asurnasirpal II da por concluidos los trabajos de fortalecimiento de la ciudad y construcción del Palacio y acueducto (en 879 a.n.e.) y la nombra capital del imperio asirio. Dicha capital duraría unos ciento cincuenta años antes de que Sargón la trasladase a Dur-Sharukin (la moderna Khorshabad) en 717 a.n.e.
La estela es la placa conmemorativa de la fundación, reconstrucción, embellecimiento de la ciudad, el “informe” final estatal de la gloria de los trabajos realizados, en el que el monarca habla en primera persona de los elementos que hubo en la solemne bacanal. Los animales mencionados en mi planto palidecen en número con los que se mencionan en la Estela. Sólo el nombrar el banquete llenaría una página entera. Pero según los cálculos, a cada persona le tocaría un kilo diario de carne:

“Cuando yo inauguré el palació en Kalah, agasajé por diez días con comida y bebida a 47,074 personas, hombres y mujeres que fueron invitados a asistir de cualquier parte del reino entero, así como a 5,000 personas importantes, delegados de los países Suhu, de Hindana, Hattina, Hatti, Tiro, Sidon, Gurguma, Malida, Hubushka, Gilzana, Kuma y Mushashir, además a 16,000 habitantes de Kalah de todas formas de vida, 1,500 oficiales de todos mis palacios, en total 69,574 invitados de todos los países mencionados incluido la gente de Kalah; y todavía los proveí de los medios para que se limpiaran y ungiesen. Les hice los debidos honores y los envié, saludables y felices, a sus países.”

            (Por si aún te lo preguntas, el jerbo, que se sirvió en esa comilona, es un roedor saltador al estilo canguro).


Versos 9-17. Nabopolasar (¿?-605 a.n.e) fue coronado rey de Babilonia en 626 a.n.e., tomando algunas de sus ciudades sureñas, como Uruk, y la propia Babilonia, tras haber derrocado a los reyes títeres impuestos por la capital Asiria en Nínive. Abrió la comunicación diplomática con sus vecinos elamitas, devolviéndoles las estatuas sagradas que en conflictos anteriores les habían rapiñado.
De cierta manera, los babilonios buscaban su independencia y remontarle el marcador al imperio asirio.
Diez años después, los babilonios, con el decidido Nabopolasar al frente, habían pasado a la ofensiva y fueron a contracorriente el río Tigris hacia el norte, donde para el año 612 a.n.e. ya habían destruido, saqueado y ocupado las importantes ciudades de Assur y la capital Nínive.
Kalah (Nimrud) se encontraba entre ambas ciudades y fue paso obligado de la devastación y el saqueo de Nabopolasar. Quemaron, destruyeron, y los sobrevivientes emprendieron el camino del errabundo. Sus ruinas continuaron intermitentemente habitadas durante muchos años, pero los cambios de centros políticos, convirtieron a Nimrud en un pedazo olvidado de tierra a la que el polvo cubrió en pocos años. Luego durmió siglos, en el cementerio de la media luna fértil.
Para el medioevo, al surgimiento del Islam en la región de la para entonces olvidada Asiria, Kalkhu era sólo un recuerdo en los libros hebreos y cristianos.

Dicho sea de paso, ahora que hablamos de libros hebreos, que las historias sumerias (como el diluvio de Hathrasis, contenidas en La gesta de Gilgamesh, el poema más antiguo del mundo), fueron copiadas deficientemente en textos como la historia de Noé, en el Génesis. La historia se repite también con Noé en el Corán, pero con menor elaboración.
Sin lugar a dudas, inundaciones existían cada determinado tiempo en aquella región, pero el evidente tratamiento mágico/literario similar indica que aquel relato era uno de esos duraderos y aleccionadores que quizá se recordaba en comunidad y verbalmente en ocasión de los desbordamientos de ríos o de las lluvias torrenciales.


Versos 23-31.
Como saben, Estado Islámico sumó a la lista de sus crímenes de lesa humanidad los patrimoniales, con la destrucción, el pasado 15 de abril, del ala norte del Palacio de Asurnasirpal II.
En un absurdo y desproporcionado intento por acabar con dioses enemigos para instaurar “al de verdad”, se fueron contra dioses muertos. Dioses que ya no reciben culto en ningún lugar.  (Se puede pensar, por supuesto, que al “dios” que atacan es a la ciencia, en su avatar de ciencia social, tan cara a los occidentales).  


La primavera árabe y la radicalización de este estatoide criminal, han puesto el dedo en la llaga acerca de la necesidad de nueva construcción estatal en los países musulmanes (y no sólo en ellos: la situación de las cosas, la rampante pobreza, la depredación de recursos naturales indica que dicha reforma tendría que ser mundial). Hace falta, a nivel panárabe, establecer una reforma, al estilo Juárez. La escritora somalí Ayaan Hirsi Ali propone cinco tesis que podrían ser punto de inicio de dicho proceso.

Versos 32-33.
¿Habrá muerto Nimrud? ¿Ahora sí habrá sido su verdadero final? Espero, como aquel taoísta del cuento, que de lo malo pueda salir algo bueno, aunque en este momento el panorama sea muy oscuro.
            Quizá la memoria colectiva sea la que la mantenga viva. Dejo aquí algunos enlaces sobre Nimrud para el interesado. 

Un completo catálogo de archivos y recursos online.
Un libro de 2002 de conferencias sobre esta ciudad.  
Una página con algo de joyería y utensilios encontrados en Nimrud. 












martes, 7 de abril de 2015

Presentación A nadie se pulke de mi muerte, de TeMok Saucedo


25 de marzo de 2015
Salón Bombay, México D.F.



Como todos sabemos, la palabra construye y destruye mundos.
En las narrativas extensas, como la novela, esto siempre es más notorio. A partir de la palabra escrita, se crea el mundo, se abre un espacio imaginario. Conforme más se avanza en la lectura, más completo y complejo va configurándose ese espacio, esa dimensión alterna que el lector habita, gracias a la palabra. Y después, tras la página final, lo que algunos teóricos como Luz Aurora Pimentel denominan “el espacio diegético”, ese mundo donde ocurrieron las cosas gracias a la palabra, colapsa ante la ausencia de ésta.
Por supuesto, no es un colapso más que en el sentido de palabras escritas que han sido leídas. La memoria del lector persiste. Yo soy de los que, esperanzadamente, cree que, a pesar de los naturales olvidos que provoca el tiempo, una buena ficción queda en la memoria más por lo que representa que por la descripción paso a paso de sus eventos dramáticos. Una buena ficción permanecerá en el lector aún incluso si éste no se toma el trabajo de diseccionarla.
Pero no nos desviemos. Dijimos que la palabra construye y destruye mundos.
El reto del cuento corto es que el escritor lo tiene que hacer nacer, crecer, desarrollar, madurar, explotar siquiera con la sorpresa de una chinampina en la cara del lector antes de que éste le dé tiempo siquiera de parpadear. Las narrativas cortas comparten con el haikú ese hechizo de mariposa que emprende el primer vuelo con las alas hechas fuego, y a los primeros dos aletazos ha sido clímax de existencia y de fin. Si les desagrada el símil de la mariposa que es llama, incendio, también se puede pensar en el cuento corto como un duelo de Saloon y botas vaqueras entre el lector y autor. Si el lector no se la cree, el escritor pierde y tendrá que cargar su camiseta agujereada como distintivo de su derrota. Si el autor sorprende, mueve a la reflexión, provoca una sonrisa cómplice, gana. Pero de todas formas tendrá que cargar con su camisa agujereada porque ya se sabe que sea o no un escritor que gane o pierda ante su lector, siempre estará jodido y quebrado y pobre.
En una oración, en dos párrafos, el cuento corto fabrica toda la magia. El fin mismo es el principio que explica todo. A veces su misma rapidez puede desorientarnos y sólo el regreso al título nos ayuda a quitar la cara de asombro. Y aquí podemos señalar que lo bueno de los cuentos cortos es que admiten la segunda, la tercera, la cuarta lectura de inmediato. Si es bueno, las resistirá sin deslavarse ni perder su brillo.
Sin duda, esta modalidad de la narrativa es un arte difícil, en el que TeMok Saucedo ha jugado con buena fortuna. Pero aquí tenemos que, no obstante lo anterior, el libro artesanal que hoy presentamos A nadie se pulke de mi muerte, está hecho por un poeta forjado al hachazo limpio del verso capaz de lo sublime y lo arrabalero, en lucha contra el bien decir y lo ortográficamente correcto... (aunque en esto de la ortografía habría que hacer un paréntesis y puntualizar que la actitud ortográfica de TeMok me parece más una rebelión deliberada contra la autoridad de lo “correcto” (en la línea de clásicos como Chin, chin el teporocho, de Armando Ramírez) que lo que algunos puristas puedan considerar erratas. Los que hemos leído otros textos del camarada, podremos haber notado otras preocupaciones estéticas. Habría que definir entonces ese método como cierto eclecticismo narrativo, pero también bandera y sello de un artista multidisciplinario que se juega sus recursos en la fina cuerda floja que brota cuando un arco de violín prende  las notas escondidas de un serrucho).  
Cerremos el paréntesis, que daría para más, y continuemos con lo nuestro. Decíamos que TeMok le ha entrado al hachazo limpio de versos (o si quieren, ya que lo recordamos, al serruchazo limpio de versos) que van de lo sublime a lo arrabalero y eso también lo encontrarán aquí, pues la búsqueda de nuestro autor está atada a la irrestricta libertad de decir: intuye con bases que la verdad implícita en las malas palabras es tan cierta, válida y legítima como la verdad de, por ejemplo, la palabra “maravilla”.
En este libro hallarán, condensadas en una ficción, las promesas que lanzan los compositores de canciones de amor a sus musas y las terribles consecuencias. Verán los gritos de celo a deshoras que le dedica un personaje a su amada perdida que decide lobotomizarse el corazón para que ya no exista el recuerdo. Asistirán al cuento “La elección” cuya estructura juguetona nos recuerda que todo es el jardín ese de los senderos que se bifurcan, las acciones que se toman en un sentido en lugar del otro, al tiempo que como lector también se debe hacer una primera decisión de lectura (ahora recuerdo que la propuesta que como autor lleva a cabo TeMok ante el lector es la de que el texto se rearme según el gusto de cada quien, como en el poemario En tu tumba, de este mismo autor, editado por Fridaura). En A nadie se pulke de mi muerte, encontraremos la reconstrucción literaria de clásicos de la minificción y la poesía iberoamericanas (el título mismo ya nos remite a "Rico Neutle" Efraín Huertay el saludo que le lanza a la escuela infrarrealista para dar una esquemática definición de dicho movimiento, mediante una bequeriana. (Surge la duda de si el Infrarrealismo es un movimiento derivado del romanticismo. Pero allí ya no me meto, pues mi conocimiento es escaso). 
Y, bueno, si después de leer este libro, que les puede durar lo de una ida al baño hasta más allá de lo de siete días pensando un texto de presentación; si al leer este libro, su contenido les parece bien o mal, al menos tenemos la seguridad de que eso es algo que, en el cuento autorreferencial titulado “Epitafio”, podrán averiguar de la mano del mismísimo autor, quien, cual Virgilio en su propio laberinto, los llevará a conocer su lápida y lo que él opina de tu crítica, porra, chiflido, etcétera y hasta de este texto de presentación. Después de todo, tras la construcción de mundos con la palabra está el colapso, la nada, el vacío. Y eso es algo que nuestro autor sabe muy bien y no duda en pregonar.

Sólo me gustaría agregar un apunte final sobre este libro como artículo en sí. Me parece que vivimos en una época de crisis editorial que los nuevos editores toman sin arrendarse. Enfrentamos una época de anomia, indiferencia, brutalidad capitalista que agobia y somete a las empresas culturales. Los editores en resistencia han encontrado la forma de darle la vuelta. Este libro de minificciones, en formato de cartera, demuestra la necedad de los editores que, por afuera del sistema, creen aún en la creación, en la necesidad de trascender las libretas y apuntes de los escritores y darles salida a los textos, para que lleguen a los lectores y allí provoquen la generación de la transmisión de las ideas, del encuentro con la torcedura de la realidad.

 Muchas felicidades a TeMok Saucedo y a los editores de La tinta del silencio.





TeMok Saucedo
A nadie se pulke de mi muerte
Editorial La tinta del Silencio
Libro de cartera, páginación en abanico
México, 2015.







viernes, 13 de febrero de 2015

ECHAR UNA IDEA AL RUEDO




La Gran Descomposición Mexicana, etapa histórica de esta región pero indudablemente de perfiles mundiales, iniciada a principios de los ochenta, y acelerada por las ideas mesiánicas del salinato y el calderonato (unas del campo económico, las otras en el ámbito de la seguridad, ambas perversamente equivocadas), ha terminado por desembocar, llena de sangre y dolor, en la noche de Iguala. 
   Para muchos de quienes hemos asistido a este hecho como espectadores horrorizados por su corrupción e insensatez, nada puede ni volverá a ser lo mismo.
Este lodo, este estiércol no puede ser México. No puede ser eso un país siquiera habitable de este mundo.
    Durante las marchas por justicia a ese crimen, he podido constatar la gran variedad de visiones, incluso divergentes, que piden por cambios a fondo. Multitud de modelos enarbolados por organizaciones, colectivos, individuos de diferente origen y escolaridad, incluso anarquistas, que sin embargo no se escuchaban unos a otros a pesar de que los consumiera la misma indignación: el asco ante un sistema antihumano cimentado en leyes que se respetan de forma discrecional por las cúpulas. Un sistema que se ha vuelto tan hegemónico, hasta en los partidismos, que, lamentablemente, no lo padecen sólo los pobladores de México, sino la mayoría de los pobladores de ese minúsculo grano que habitamos en el espacio. Así es, al parecer todo el género humano está jodido. Y habitan un grano.
    Y aunque en la ruta a seguir durante la marcha para gritarle al adversario sí pueden ponerse de  acuerdo todos esos andantes, en la forma de plantar cara a ese hecho, de articular en acciones inteligentes las propuestas, no.
    A mí se me vino una idea a las mientes.
    Se trataba de evitar la mera consigna y adentrarnos a lo importante: las ideas. 
   Por ello era indispensable ponerlas frente a frente en un foro público y que pudieran ser analizadas y debatidas por expertos (investigadores, profesionales de cada área legal y social involucrada), de cara a miles o millones de personas que pudieran verlo y emitir su opinión. El foro se podría transmitir por internet, donde se garantizaría su accesibilidad, su disponibilidad constante, su transparencia y su posibilidad de resultar un material que generara puntos de acuerdo que pudieran convertirse en un documento resolutivo que confrontara con sustentada razón a la sinrazón de la clase gobernante.
    Pero la verdad, no me animaba a ponerla en práctica.
    Una idea así requiere de todo el tiempo que no tengo y de los recursos de los que carezco.
    Pero pasaban los días y todo parecía en calma, que la indignación se había apagado, que la gente otra vez iba a cerrar los ojos y permanecer apática, de regreso a la noria donde avanzar y callar es la única norma. Me dije que había que dar el paso hacia adelante en la oscuridad que hay hacia el futuro de toda idea y ver si pisaba sobre tierra firme.
    La reacción que la exposición de dicha idea (sobre un foro televisado por internet de expertos analizando con sentido científico y legal las propuestas surgidas del descontento para configurar un documento consensuado, racional, de acción práctica), creaba un cierto halo de incredulidad por la aplicación entre las personas a las que se las comentaba.
    Quizá hablaba con las personas equivocadas. Porque, a pesar de sus objeciones, la posibilidad de construir un foro de esas características implica trabajo fuerte, sí, pero tampoco nada insalvable (siempre y cuando, por supuesto, no hubiera represión y hubiera un bien organizado conjunto de personas detrás). ¿Cuántos profesionales verdaderamente conscientes no podrían ponerse a debatir y analizar con conocimiento de causa las materias más áridas... en un universo de aproximadamente 1652 universidades en toda la república? Yo suponía que al menos cien, y me estoy yendo a un número bajo. Cien profesionales informados. Ya fuera por invitación o por convocatoria abierta, en todas esas universidades hay estudiosos de los temas a tratar que podrían aportar datos y visión especializada al examinar propuestas.
    Y en estos tiempos, costear la transmisión online de un Foro no resulta en realidad tan caro. Con una buena banda ancha y un buen uso del recurso creativo que hay en todos los que buscan una transformación del estado de las cosas, se podía adecuar un espacio para que de forma contundente se aportara un documento con que enfrentar esta realidad atroz, con que combatirla. Un documento representativo.
    En fin, que ante cierta pasividad que notaba y cierta urgencia que me notaba de aplicar acción a los temas de la construcción de un contradiscurso incluyente, vasto, racional, decidí compartir esta idea con el mundo a través de las redes sociales y ver quién se apuntaba a ponerle movimiento. Después de todo, una idea se sabe si funciona o no hasta que se aplica en el plano de la experimentación real, y por otra parte, la primera actividad planificada era la más sencilla (y más vital): recopilar todas las propuestas posibles que enunciaran cualquier problemática y solución, proveniente de cualquier parte. Ni siquiera era una labor de discriminar su tendencia ideológica o considerar la viabilidad o no de la propuesta, sino de simplemente añadirla, consignarla. La intención era que, en un ámbito de profesionalismo, e incluso pedagogía, se hablara durante esos debates de todo lo que integra a un Estado, el papel que el sujeto individual tiene en éste, la aplicación de un modelo congruente de relaciones económicas en un momento histórico de desigualdades tan acusadas. Hice un grupo virtual con más de ochenta personas que, de una u otra forma, se habían interesado por la idea (sobre todo de forma escéptica y cuando aún era más bien una nebulosidad) y comenzamos a recabar información. Planteamientos sobre los más variados temas de Estado y su administración, seguridad, educación, comercio, industrias nacionales, justicia, alternativas y modelos de vida económica, seguridad social y laboral, solidaridad social, integración social, responsabilidad comunitaria, reconstrucción del tejido social, distribución de los ingresos, lucha social, aparecían ya en los primeros documentos integrados.
    Y entre esas propuestas apareció (compartida por el cantautor Picke Rivera) la propuesta organizada que miembros de la sociedad civil han estado haciendo para una Constituyente Ciudadana y Popular, es decir, una nueva Constitución que no continúe acentuando las disparidades del modelo actual. Al leer a fondo su propuesta de acción, pude notar similitudes con el Foro Resolutivo que había pensado (análisis de expertos universitarios, propuesta incluyente, humanista, giro fundamentado e informante) y concluí que los proyectos son demasiado parecidos como para duplicarlos. Además, la Constituyente Ciudadana tiene la proyección de configurar una idea general, no solamente algunos cambios por más abarcadores que sean. Y sobre todo, cuenta con el apoyo popular y de figuras reconocidas.
    Por ello, he creído prudente que esa idea que solté sobre un Foro de acciones resolutivas, se integre, desde la libertad de expresión, al movimiento que ya se echó a andar y del que no hay vuelta de hoja. Espero pronto ponerlos al tanto de lo que ocurre y las formas de acción que se llevan a cabo.

Por lo mientras, recomiendo la lectura de este material, como una especie de introducción.



martes, 3 de febrero de 2015

CORTINAS DE HUMO


Me parece una grave falta de discreción y reflexión que algunos compañeros y adherentes de la lucha por justicia para Ayotzinapa (y otras causas sociales) continúen viendo (casi una semana después) la explosión de una pipa de gas en un hospital materno infantil de Cuajimalpa como una cortina de humo gubernamental para encubrir el caso de los 43 desaparecidos. Es un exceso de delirio persecutorio (o una enfermedad mental desarrollada por tanta persecución verdadera). 
   Antes bien, el caso del hospital se ha convertido en una afrenta más, una tacha más, una raya más al tigre de nuestras tragedias cotidianas. ¿Terminarán nuestras autoridades responsabilizando sólo a los tristes operadores de la pipa (que no supieron cómo responder a la emergencia, lo que indica falta de capacitación) o compartirán la responsabilidad judicial aquellos que hicieron revisiones superficiales al vehículo y no encontraron falla alguna, o aquellos dueños de la gasera que han permitido que las fugas y explosiones sean una constante de su servicio?
   Debería existir la posibilidad de que, en estos casos, cuando se descubra que la dirección de una empresa privada es incompetente para administrar recursos naturales con seriedad y responsabilidad (recursos que son "rentados" por el Estado a particulares), brindando constante capacitación a sus empleados y mantenimiento pertinente y a consciencia de sus unidades, pudiera ser removida de ese puesto y dejada la administración en manos del gobierno durante el tiempo en que dicha empresa se pueda convertir en una cooperativa. Y si continúan con sus malas prácticas probadas, definitivamente clausurar su operación.
   Pretender que toda desgracia que acontece en el país es fruto de la mente omnisciente del Gran Titiritero de los Complots (sea éste reptiliano, priísta o capitalista), creo que apunta más a una paranoia de índole megalomaniaca que a una lectura en su adecuada dimensión de cada desgracia. Aquí, por el contrario, también se requiere justicia y un deslinde de responsabilidades tanto privadas como gubernamentales.